viernes, 11 de noviembre de 2011

Thomas Bernhard: El origen. Autobiografía I (1975)

Miguel Sáenz habla en el prólogo de «la novela de una educación». Estos cinco libros que he ido comprando mientras terminaba el anterior son una forma de biografía que, como ya pensaba en El sobrino de Wittgenstein, no lo es tal. O no lo sé.
Pienso en la relación vaga que parece haber entre esta y la obra de Navókov. Ambos omiten, saltan, paran raramente en unos hechos vitales. No sé lo que quiero decir. Quiero decir que si yo tuviera que escribir mi vida sería un mal escrito, porque procuraría recobrar todos y cada uno de los recuerdos, cada empaste de mi boca, las mujeres, la amistad, las canciones, todas, la noche en con sus matices, el viaje en que siempre estuve seguro de que íbamos a encontrarnos por azar, los nombres de las calles, mi familia.
En ningún momento Bernhard dice: Johannes Freumbichler. En ningún punto dice: Hedwig Stravianicek. El nombre de la madre solo en un punto, creo que en Un hijo. No hay momentos con los hermanos con los que, pese al paso por los internados con los que arranca en este primer volumen pasó años en la casa común, antes en la infancia, y luego en la enfermedad.
En algún sitio leí una entrevista en la que el autor dice que no hay en sus libros un paisaje descrito, que todos los paisajes son interiores, y esa es tal vez la mejor definición de esta biografía de juventud, los personajes son sombras que solo se hacen nítidos si se han acercado al gran miópe. Tal vez pienso en en su manera de alcanzar la realidad, para él natural como para el ciego lo es, como lo es para el loco o el asceta.
Desde lo que somos Bernhard habla del suicidio. Arranca ahí y luego el internado nacionalsocialista y católico en la segunda parte, los ritos para Hitler que iguales para el mesías, luego la educación musical, todas las otras que se convirtieron el la de la soledad. La guerra pasa por todo ese tiempo, en las alarmas antiaéreas, los refugios y la posguerra que es el miedo al hambre.
Thomas Bernhard habla contra los maestros, contra la religión, contra la inconsciencia sel hombre, contra los ciudadanos y los políticos a los que no perdona el caos y dolor, tanta nada.

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